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Adrian escribió el día 6/11/2014 a las 17:35

Número óptimo de Naciones independientes que puede soportar la Tiessa

Para hacer un análisis sobre la conveniencia de una Carmonilla independiente del estado torrecillano es necesario hacer un enfoque desde una perspectiva global, pudiendo servir para su aplicación a situaciones similares. ¿Es conveniente, o nó, que los estados se fragmenten en otros más pequeños? ¿Cuales son los beneficios y cuáles las desventajas?.

¿La Sociedad global se ve beneficiada por la existencia de un mayor número de estados independientes? ¿Cual sería el número óptimo de estados?

No disponemos de una materia o asignatura que se denomine (y que estudie) la Evolución Cultural, por lo cual en muchas situaciones nos las vamos tener que arreglar recurriendo a un paralelismo con la Evolución Biológica que posee características muy parecidas. Pues así como contamos con abundantísima información de cómo se desarrollan los individuos, las especies y los ecosistemas, tenemos muy pocos análisis de cómo se crean, crecen y se reproducen las asociaciones de individuos, las culturas, las naciones y las organizaciones y entidades sociales.

Parece claro que la Sociedad es un ente superior, articulado entorno a agrupaciones de individuos humanos que dirigen y organizan toda una gran estructura de elementos conectados. Elementos que son personas, seres vivos, máquinas, asociaciones, ecosistemas, entidades, organizaciones, factorias, estados... Enlaces que son redes, infraestructuras, intercambios, comercio, comunicaciones... Todo un Nivel de Organización superior al de las personas que, a su vez, son un Nivel de Organización superior al celular formado por células, bacterias, seres unicelulares, órganos, aparatos y redes neuronales.

Hay una diferencia entre estos dos niveles de organización. Los elementos que componen los seres vivos son mucho más autónomos en el sentido de que además de autoconservarse, se reproducen. Por el contrario, el nivel de organización cultural está en una fase más primitiva, aún no tiene capacidad de autorreplicación porque, para empezar, ni siquiera están perfectamente perfilados y definidos cuales son los individuos sociales: ¿la familia?, ¿el clan?, ¿la empresa?, ¿el estado?, o la Sociedad en su conjunto.

Se pueden concebir Estados (países o naciones) tan poderosos, o multinacionales tan autónomas, que tengan capacidad de sobrevivir sin necesidad de intercambiar individuos, materia o conocimiento con otras de la misma naturaleza, como también se pueden concebir seres vivos que no precisen intercambiar células, alimentos o información con otros individuos de su propia especie, aunque lo hagan para aumentar la productividad, porque la asociación con otros individuos de la misma especie (formación de un nivel de organización superior) hace incrementar la producción del conjunto. Pero ha de pasar por situaciones donde la supervivencia de cada individuo lo sea durante cada vez más largos periodos de tiempo. Es decir, un individuo bien formado debe poder soportar periodo largos de tiempo viviendo aislado, sin ninguna clase de intercambio o asistencia de otros de la misma especie.

Si los individuos culturales son los Estados (naciones o países), a mayor número de estos entes mayores probabilidades de supervivencia para el conjunto y mayor capacidad global para la obtención de recursos para alimentar a mayor número de población y mayor riqueza organizativa del conjunto. Pero lo mismo que no se puede cortar el brazo de una persona y esperar que se reproduzca y forme un nuevo individuo, no podemos esperar que se reconstruya un Estado con la simple segregación física de un territorio. Cuanto más compleja es la organización del ente individual más difícil es la construcción de uno nuevo, y cuando se realice esta reproducción se ha de contar con la asistencia, protección y cuidado de los progenitores.

Una rama de un árbol es muy fácil de segregar para convertirla en un nuevo ser porque su nivel organizativo es muy básico. Un conjunto de personas fácilmente colonizan un territorio virgen siempre que esté despoblado y ofrezca suficientes recursos para la supervivencia de la comunidad. Pero una vez constituida esta comunidad e integrada en el territorio, con una infraestructura desarrollada a lo largo del tiempo y una calidad de vida sustentada en la especialización de los elementos de la comunidad, podría ser muy traumática la segregación de elementos vitales.

Carmonilla tiene varias opciones de futuro:

1.-Se independiza como estado feudal independiente.

2.-Permanece asociado como parte integrante de los países de la Tiessa.

3.-Emigran todos sus componentes hacia otro estado con el que se integre simbióticamente.

4.-Constituyen una nueva comunidad neo-nómada en un super-crucero autónomo.

5.-Desaparece como sociedad cultural.


¿Hacemos un referéndum consultivo no vinculante. O sea: una encuesta?

Isaac Asimov escribió el día 14/11/2014 a las 3:42

El mito del aislamiento

Suponer que cualquier grupo de personas debe preocuparse sólo de sí mismos y sus inmediatos vecinos es propio de vivir en un mundo de fantasía. Las cosas ya no son así.
La Humanidad sólo puede seguir su avance hacia delante. Dar marcha atrás provocaría una catástrofe inimaginable. Aun cuando seguir adelante supusiera marchar hacia el desastre, dar marcha atrás no nos salvaría. Puede ser que, en definitiva, no haya escapatoria, pero si ésta existiese, sólo puede hallarse en una dirección: hacia delante. Se tendrán que efectuar más avances en el campo de la tecnología; avances, tengamos esperanza de ello, que sean mejor utilizados que en el pasado.
Si estos progresos nos plantean problemas, ésa es la naturaleza del Universo, y no tenemos más remedio que continuar hacia delante para resolver tales problemas,, a su vez, mediante mayores avances tecnológicos —y entonces resolver los nuevos problemas que surjan—, y así sucesivamente.
Pensemos en los diversos problemas que debe afrontar hoy la Humanidad: crecimiento ilimitado de la población, recursos en disminución, contaminación en aumento, una ecología que se deteriora, agobiantes gastos militares, violencia creciente y, en todos los aspectos, los descorazonadores síntomas de una sociedad que se vuelve psicótica.
Todo esto tiene algo en común: afecta a toda la Humanidad y, por tanto, no son válidas las soluciones locales.
En un mundo que se ha hecho interdependiente en grado sumo, no pueden existir islas de seguridad y cordura. Si una sociedad altamente industrializada necesita los recursos del mundo, no se puede mantener a sí misma si todo el mundo no lo puede hacer. La seguridad parcial es un mito.
Si vamos a recurrir a la tecnología para resolver estos problemas, de nuevo deberemos ampliar nuestro campo de visión. Los días en que una nación —o cualquier grupito de naciones— disfrutaban del monopolio de la ciencia es algo que pertenece al pasado y no volverá. La creciente complejidad de nuestros conocimientos crecientes acerca del Universo hace necesario utilizar a toda la Humanidad como poder cerebral y fuente de información.
Todo el mundo representa el potencial cerebral que necesita la Humanidad en su conjunto. Todo el mundo representa la fuente de recursos y el sumidero de desechos para toda la Humanidad. Todo el mundo padece de los varios problemas mundiales y debe formar parte de las diversas soluciones mundiales.
Sin embargo, hemos heredado una organización de naciones-Estado propia del siglo XIX y de antes. Casi todos nosotros estamos persuadidos, en cierto modo, de que las necesidades y deseos de nuestra propia nación son de mayor importancia que los de cualquier otra. Nuestra «seguridad nacional» (ésa es la frase) debe ser defendida con armas terribles y con hombres arrojados y, si es necesario, protegida por una ilimitada violencia. Todos los daños causados en cualquier parte del mundo quedan justificados mientras nuestro país obtenga algún beneficio.
Pero eso constituye un mito. No hay forma de garantizar la seguridad de una nación más que garantizando la seguridad de toda la Humanidad. Todos los esfuerzos para proteger una nación, una pequeña porción de la Humanidad, mediante el poder de las armas, aparta cerebros y recursos del esfuerzo de resolver los problemas del mundo. Ello hace menos posible la preservación de la seguridad de toda la Humanidad y, por lo tanto, de cualquier nación de las que forman la Humanidad.
También en este caso la salvación se halla en una concepción global. Es la única opción sensata.
Pero, ¿adoptará la Humanidad esa solución sensata? No estamos obligados a ello. Siempre cabe la alternativa de elegir el camino de la locura, el que seguimos actualmente, para terminar en una catástrofe absoluta dentro de quizá no más de treinta años.
Si se elige el camino de la locura (y ello parece lo más probable), no es porque la gente desee una catástrofe. Ello se debe a que nadie es capaz de ver que- toda la Humanidad unida es la mínima unidad viable en la Tierra.
Si, por el contrarío, se elige, contra todo pronóstico, el camino de la cordura, ello significará que las naciones-Estado que ahora representan a las gentes del mundo y que se enfrentan entre sí con la amenaza constante de la guerra, deberán aprender a cooperar tan estrechamente que, por último, constituirán un Gobierno mundial.
De este modo, la ONU puede servir para mantener la seguridad de la Humanidad y permitir el nacimiento de una nueva sociedad, en el siglo xxi, que viva dentro de los límites de los recursos mundiales y se lance hacia delante en busca de nuevos horizontes fuera de la Tierra.
Si no se hace así, seremos destruidos.
La elección nos corresponde a nosotros y, para nuestro bien, más vale que no esperemos demasiado. Si no nos encaminamos por la senda de la cordura y de la vida, en los próximos treinta años, como mucho, habremos caído irremediablemente en la alternativa de la locura y de la muerte.

Adrian escribió el día 14/11/2014 a las 12:41

re: El mito del aislamiento

Me gusta cuando Asimov piensa que "suponer que cualquier grupo de personas debe preocuparse sólo de sí mismos y sus inmediatos vecinos es propio de vivir en un mundo de fantasía. Las cosas ya no son así". Las cosas, si no son así es porque, como en Carmonilla, la población se ha desparramado por otros lugares. Cuando la población se asienta más de dos décadas en un mismo sitio parece que las cosas dejan de ser de esa manera y se montan "el mundo de fantasías" y empiezan a "preocuparse sólo de sí mismos y sus inmediatos vecinos", con las ventajas e inconvenientes que de esto se deriva.



Mira, si en lugar de invertir en Centros de Salud diminutos y en borrar las carreteras del mapa se hubieran dedicado todos los recursos en construir infraestructuras sanitarias importantes y mejorado las comunicaciones entre los pueblos y centros agrupados con una visión global y práctica, no habríamos llegado a esto.

Isaac Asimov escribió el día 17/11/2014 a las 12:51

El problema número uno de la Humanidad es un problema demográfico

Lo que primero debe ocupar a la Humanidad es el problema demográfico, y no otro.

¿Qué pasaría si no sucediera nada y la Humanidad continuara como siempre, sin que se produjera ninguna catástrofe significativa?

Eso también podría ser una catástrofe, quizá la peor.

Si en la tierra impera el hambre, la loca necesidad de extraer alimentos de la tierra y del mar, a cualquier precio, y el empleo frenético de cualquier clase de energía podrían contaminar y dañar permanentemente el equilibrio ecológico de la Tierra, con consecuencias desastrosas para la Humanidad.

Conforme se multipliquen las multitudes hambrientas, el desesperado intento de obtener alimentos o de robarlos de otros, destruiría el orden y convertiría a los humanos en depredadores.

Cualquier nación que conservara una sombra de bienestar, en un momento de desesperación apretaría el botón nuclear para imponer cierto tipo de control sobre el resto de la Humanidad.

De cualquier modo, las presiones harían que se quebrase la frágil estructura de la civilización.

Ésta es la catástrofe que debemos temer. Todas las demás posibles catástrofes pueden o no pueden producirse. Si llegan, lo harán dentro de millones y millones de años.

Cada vez es mayor la conciencia pública de este problema, sobre todo desde que las crecientes restricciones energéticas y de otros recursos parecen inevitables en el próximo futuro. Cada vez hay más Gobiernos que afrontan estas amargas realidades.

Por supuesto, no existe una forma tajante de escapar de la miseria que se cierne sobre nosotros, pero estamos alargando el plazo, ganando tiempo.

Quizá las cosas no resulten tan mal como se podría esperar y a lo mejor, con suerte, constancia y trabajo duro la civilización podrá sobrevivir a pesar de todo.

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