Torrecillas de la Tiesa: La Web de los Torrecillanos

El caso es que yo cuando voy a Torrecillas de la Tiesa y veo a tantas gentes que no conozco me empiezo a hacer preguntas y observaciones a mi mismo:

“Mírailos: si son igualitos que los de Matadepera(Barcelona). A mi me vienen diciendo que tos estos son de Lasarte y me quedaría igual de pancho que si me dicen que son de Madrid”

“Mírailos: Lo tienen to, como esos coches que anuncian por 6.000 €uros: sus orejas, sus pelos (unos más y otros menos), sus piernas, sus brazos…”

“Pero no solo eso: es que son igualitos en los modales, en las costumbres, en sus vicios y virtudes; en sus defectos y en sus excesos. Las mujeres se tiñen el pelo de rubio en la misma proporción y porcentaje que lo hacen las valencianas, las jovencitas se visten con la misma parafernalia que las de Cartagena, y los muchachos se ponen los mismos tatuajes con piersing; si acaso un poquinino más exagerado para manifestar su condición de torrecillanos… No, no. Igual.”

“Es imposible para mi ya localizar “por la pinta” y asociar los rostros con las familias conocidas. Son caras completamente nuevas. Igual de bien y mal echas que las de Trujillo y las de La Coruña.”

“Si es que hasta se ven los mismos emigrantes que puedes encontrar en Baltimore o Atlanta… Los mismos rostros pálidos que en Turuturu; nada de narices chatas o aplastas. Igualitos.”

“Sólo Ángel, que sabe identificar “por la pinta”, podría distinguir esos rasgos diferenciales que yo no veo; aunque a renglón seguido le preguntaría ¿y qué me dices de Rocío y Sheila o de la chica que fotografiaron nuestros reporteros por la calle hablando sola ¡por un movil con esa personalidad que te echaba p’atrás…?”

“Que te digo yo que los torrecillanos de hoy ya no tienen ni pinta. Y no digamos los niños en edad escolar. ¡A mi esos hasta me asustan! Me hubiera parado a preguntar a alguno que me contara algo, pero me imponían tanto que no me atreví: ¡Tal era la confianza en sí mismo que mostraban; tal la autoestima y el carácter resolutivo y resuelto… que uno no sabría como comportarse ante su presencia. Un temple y una idiosincrasia que solo se hubiera podido encontrar, en otros tiempos, en las mejores instituciones docentes de las mejores escuelas bilingües internacionales o en los mejores colegios eclesiásticos.”

Afortunadamente quedan los Nandis y los Calero, los Vega, los Barrados y Barrosos, los Vaqueros, los Campos, los Mariscales, los Murillos, los Jiménez, los Cuestas… que nos sirven para recordar que estamos aquí.