Algo nos dejaron aquellos bárbaros que nos invadieron. Sobre todo LOS CELTAS.
A ésos no les hacían faltalas espadas ni las lanzas. Nos dejaron unos venenos a los que la gente de mi tiempo se agarraban, cuando dejaban LOS IDEALES (o el tabaco verde de Tío Fundingue, con guindillas picadas para que fuese más fuerte).
Todabía conservo parte de las "bronquitis" que conseguí gracias a su consumo. ¡Pero es que eran tentadores!. CELTAS había para todos los gustos: cortos, largos, con "boquilla....
Y ahora me acuerdo que en una ocasión en que viajé a Holanda y por razones de trabajo tenía que permanecer allí durante bastante tiempo, como soy muy previsor y me habían dicho que allí no se fumaba nada más que tabaco "rubio"; hice sitio en mi maleta para unos cien paquetes de CELTAS LARGOS, que eran mis preferidos.
El lugar de trabajo, en Rotterdam, era una fábrica de automóviles. Como es natural había muchos obreros y entre ellos un par de españoles que casi de inmediato detectaron el olor de mis Celtas y a los que tuve que obsequiar con un paquete.
Los holandeses, extrañados, ya que ellos sólo fumaban Chesterffield, sintieron curiosidad y me ofrecían dos paquetes de "rubio" por uno de "negro". El negocio, de momento, fué asombroso. mi maleta se llenaba de paquetes de aquel tabaco que , aquí, en España, solo lo fumaban "los señoritos" y algunas "señoritas" . (Los viciosos del "rubio" solo fumaban "BISONTE").
Agotadas mis reservas de "negro", tuve que empezar a fumar "rubio", con el firme propósito de volver a mis CELTAS, en cuanto regresara, porque aquellos cigarrillos me hacían toser mucho más. Tanto es así que como ya padecía algo de "los bronquios" tuve que acercarme a una farmacia para comprarme un "jarabe" que usábamos en casa, desde que nos lo recetó la primera vez D. Ignacio, que se llamaba "Pulmuserum". Yo creí que la farmacéutica me entendería al tener un nombre parecido a un "genitivo plural" latino, porque como entonces había que estudiar cinco años de latín para cualquier carrera, lo suyo era que la boticaria supiese latin. Pero no.
Entonces recurrí a la mímica, ese lenguaje universal, y señalándome el pecho con ambas manos y haciendo como si se inflara y desinflara, decía con la boca: pi, pi. Pi, pi. Pi, pi. ....La farmacéutica, con una gran sonrisa, me dió a entendar en "flamenco" que sabía el remedio, y , efectivamente me dió un jarabe que, aunque no se llamaba "Pulmuserum", me dió resultado.
Lo peor vino después, cuando me "empiqué" al Chesterffield, y llegué a Madrid y comprobé que un paquete valía lo que cuatro "CELTAS"........
La única ventaja es que ya tosía mucho mejor y más a menudo. ¡No hay mal que por bien no venga!