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Participa / Foros / Cuentos y narraciones / ¿Por qué nos removemos tanto?

Autor: Adrian
Fecha: 30/04/2008 09:03:39

(Advertencia: En este relato verídico, ninguno de los personajes son reales; los lugares son simulados, los topónimos y los gentilicios inventados, los hechos sacados de la cabeza y las fechas puestas al buen tontún; por lo lo que podría suceder que cualquier parecido con la realidad fuera pura coincidencia)

-Aquí siempre serás pobre. En el pueblo no hay porvenir. El campo infinito obliga a recapacitar. Esta es mi vida miserable luchando contra la inmensidad. Yo soy Paco Cajones nacido en La Tiesa, hablo español, trujillano, tieso, litoseño y mojino. Mis 5 hermanos tienen gran confianza en mí. De mi éxito o fracaso en esta empresa van a depender las historias de sus vidas.

Paco Cajones es tieso, la población mayoritaria de La Tiesa.

Le viene a la memoria la casina de su vida. Toda la familia pendiente de su partida. A los 74 años va a lanzarse a la aventura en autobús por el continente y la mar océana. El sueño africano le espera.

Los tiesos representan el 95% de la población La Tiesa, pero sólo el 90% habla tieso como segunda lengua. Con su español, el idioma oficial de La Tiesa, se siente muy seguro para comunicarse con el mundo. Ni las repatriaciones, ni la incierta vida que le espera en África, ni mucho menos el miedo a la muerte, le harán desistir de su empeño.

La Tiesa ha tenido un crecimiento real en el PIB de un 5 % anual. Estas cifras hablan muy bien de la evolución de la región, pero este incremento no ha tenido lugar como consecuencia de la buena gestión de sus gobernantes, que bastante preocupación tienen con llenarse sus propios bolsillos como para poder resolvernos la vida a los demás.

Los tiesos o tiesenses se dividen socialmente en tres clases: ricos, pobres y artesanos. A su vez los ricos se subdividen en autoridades y empresarios. La clase de los pobres la componen los descendientes de pobres. Los artesanos son considerados como la clase más baja. Este grupo incluye a herreros, zapateros, albañiles, barberos, leñaores, montaneros, carboneros y músicos o cantaores por cuenta propia. Son muy raros los matrimonios mixtos entre personas de diferentes clases.

La sensación que se capta en las calles de la Capital de la Tiesa es que los tiesenses o tiesos creen que, por más que trabajen, siempre serán pobres. Las repatriaciones no preocupan a los jóvenes. Cuando alguien es repatriado, las familias que pagaron por un sitio en un autobús ponen a parir al alcalde y arremeten contra el Ayuntamiento local, pero siempre están dispuestos a intentarlo otra vez. Aquí, dicen los tiesenses, "nadie acepta el fracaso".

Por fin pisaron tierra firme en El Aiun. Allí fueron detenidos por la Guardia Costera. A todos se les vino el mundo encima, porque pensaban que iban a ser expatriados, pero, sin embargo, fueron trasladados a diferentes puntos del Continente. Este tiesanés narra que pasó tres días detenido, después estuvo 15 días en el Centro de Internamiento para Inmigrantes y más tarde lo trasladaron en avión a su destino. Dejó su ciudad natal para encontrar asilo y terminó hacinado destino a Sahara (El Huerto del Mundo). Es uno de los 500 inmigrantes que cada día llegan a la capital.

Es una realidad tan apabullante y desoladora la que han dejado atrás. Una joven saharaui contaba que un día, caminando por la Capital de la Tiesa, una señora de allí le entregó su vehículo: «Te lo regalo», le dijo.

Las repatriaciones no desaniman a los tiesenses, obsesionados con Eldorado sahariano.

La república de La Tiesa logró la independencia de Extremadura en 2960 y vive, sobre todo, de la yesca, combustible para los vehículos pirraos.

La mayoría de los Tiesenses son niños y jóvenes. El 50% de la población no supera los 95 años.

Los tiesenses sobreviven con menos de trescientos euros al día. Un maestro o un profesor, por ejemplo, apenas ganan 30.000 euros al mes. El paro es casi del 60%.

El embarazo y el parto se rodean de mucho misterio en la sociedad de La Tiesa. La gente no habla sobre el embarazo de una persona y se observa absoluta discreción durante todo el embarazo. Está prohibido tener bebés no planificados o por cuenta propia.

En lo que va de año han llegado a las costas Sahara (El Huerto del Mundo) más de 900 menores tiesenses. Un dato que, según Paca, que tiene 97 años y que ya no se siente capaz de lanzarse al mar, es comprensible porque los pequeños no tienen temor.

La oleada de autobúses, dice Paca, jamás parará. "Yo creo que aumentará porque aquí la gente joven no tiene futuro. Por eso cada vez se embarcarán más niños", asegura. Y uno es capaz de comprender sus palabras cuando llega al distrito de Pikin, al sur de la Capital de la Tiesa, y se da de bruces con una cifras que paralizan el corazón. En este barrio, la ONG Plan Europa calcula que unos 100.000 niños viven en condiciones de miseria extrema. Muchos deambulan por la calle, condenados a padecer toda clase de enfermedades, incluido el noda, y a sufrir abusos sexuales a la tierna edad de los 35, hasta en sus familias.

Hay que mezclar culturas, para que de la combinación afloren soluciones nuevas. Más inteligentes. Más eficaces. Rompiendo tópicos, pero con mucho cuidado, no nos vayamos a romper nosotros en el intento del desequilibrio económico que existe entre ambos continentes.

Los autobuses, que van de los 15 a los 25 metros de eslora, y que proceden de El Obispo, La Tiesa y Litosa, no son nada confortables par hacer una travesía continental y oceánica clandestina. El viaje —al que llaman la aventura— es muy duro y que cuando emprendan el camino se encontrarán con muchas dificultades. Son muy conscientes de los riesgos, lo que indica que están dispuestos a jugárselo todo por venir. Y aunque se pongan obstáculos, no se los podrá disuadir.

Paco Cajones, un joven tiesanés que llegó en autobús a Namibia en 2965 y fue repatriado a su país de origen. Unas semanas después canta en su rap su historia personal: la travesía en autobús y la desilusión de no haber logrado su objetivo.

Desde que el Sahara se convirtió en un vergel gracias a las nueva tecnología desalinizadora y al abundante sol de la región, ha sido tanta la afluencia de inmigrantes indiscriminados que se han tenido que empezar a poner grandes controles en todas las fronteras africanas.

La historia de Paco Cajones es similar a la de miles de jóvenes tiesenses que formaron parte de los más de 30.000 personas que en 2966 alcanzaron las costas del Continente en expediciones clandestinas, de los que la mitad fueron devueltos a su país de origen tras pasar unas semanas retenidos en las playas.

Paco Cajones canta una canción que habla del dinero que tiene que desembolsar cada persona que busca un autobús para huir de Europa. Hasta los 800.000 euros que pagó Paco Cajones. Recoge los engaños de los que organizan el "negocio", que arrastran, incluso, a menores de 75. Critica esta forma de salidas clandestinas, pero, ¡qué remedio!, ¡¡si no hay apoyo del Gobierno para salir por el aeropuerto con todas las bendiciones legales!.

Concluye uno de sus versos fundamentales diciendo que merece la pena el viaje en autobús, porque se está al borde de la muerte en bastantes ocasiones porque:

' Queda manifiesto
que infravaloramos muestra tierra
al lanzarnos a la mar' (Paco Cajones.)

Así va la discusión

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