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Autor: Fernando
Fecha: 06/03/2009 12:17:42

Ahora que ya estoy en casa, he deshecho la maleta, lavado los calcetines y comido un cacho de chorizo de Torrecillas, me encuentro con ánimos para empezar a criticar "a tol mundo", más que nada, por los "Carnavales de la crisis" en los que, al parecer, se han gastado muchísimas "perras" en trajes y disfraces. Y eso no está bien cuando todo el mundo dice que "hay que apretarse el cinturón".
Conociendo algo a los torrecillanos, sospecho que, más de uno, lo que habrá hecho es desabrocharse por la "chalecá" de carne y vino que se habrán pegado. Y eso que "los cubatas" ayudan mucho a hacer la digestión.
Me hubiera gustado estar en el pueblo, pero tuve que ir al Sur para ver otros paisages y el agua del mar. Por cierto; me han dicho que es buenísima para muchas dolencias y tenía pensado haberme traido alguna damajuana, pero me acordé de cuando muchacho había que "purgarse" cuando tenías la lengua blanca, con "Agua de Carabaña" y estaba malísima. Además, la cagalera que te entraba era de película. Había veces que casi no te daba tiempo para saltar la pared del "cagaero" más cercano. Lo único bueno que tenían las "purgas" era que no tenías que ir a la escuela, y eso era de agradecer.
Recuerdo, ahora, a un paisano que no había visto nunca el mar y, como la cosecha no había sido mala, decidió, conjuntamente con su mujer, por supuesto, ir un par de días al mar y para darse importancia, procuró que más de uno se enterara. Fué un error, porque un vecino le llevó un par de garrafas de plástico para que se las tragera llenas de agua del mar, que le habían dicho que era buena para muchas cosas y remedios.
El hombre cojió su cochecillo, después de siesta, y emprendió el camino hacia la playa, distante unos trescientos Kilómetros y aunque llegaron casi al anochecer no quisieron acostarse en la pensión hasta no ver el mar. La marea estaba alta y las pequeñas olas llegaban casi al paseo.
Se quedaron maravillados y se propusieron llenar las garrafas a la mañana siguiente.
Madrugaron y el hombre, impaciente, mientras la mujer hacía la cama, decidió bajar y llenar los cacharros para quitarse el enredo de encima. Pero cuando llegó al paseo, la marea estaba muy baja y se sorprendió tanto que regresó rápidamente a la pensión para decirle a su mujer: ¡Chacha, chacha, si me descuido un poco nos quedamos sin agua!. ¡Se conoce que se ha corrido la voz y el charco ha bajado más de treita pasos!

Así va la discusión

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