Torrecillas de la Tiesa: La Web de los Torrecillanos

Cuando era un jovenzuelo, me acuerdo que en las fiestas de la virgen se la solía sacar por el pueblo y muchas devotas al pasar por su puerta pedían al señor cura que la cantara una salve. Entonces se paraba la profesión a sus puertas y la familia arrodillada mientras la cantaban la salve. Durante la procesión había un señor que tenia la mala costumbre de ir cerca de la virgen y tantas salves como la decían tantas las apuntaban para saber el dinero que recaudaba el cura de la salve. Un día un señor que no le parecía bien le dijo al que apunta la salve, oye tu ¿Por qué tienes que llevar tú la cuenta de la salve? ¿No es mejor que llevaras las cuentas de tu casa? Y este le contesto: las cuentas de mi casa que las lleve otro. Total que no hubo forma de quitarle tan mala costumbre.


A una vecina nuestra, ya hace años, se la murió un chiquino, que era muy guapo y con unos ojos verdes que llamaba la atención. Cuando llegaron el sacerdote y el monaguillo a su casa para el entierro, el sacerdote oía a la madre llorar y gritando 'Hay mis ojones' y el señor cura creyendo que decía otra cosa dijo: que se calle esa tía loca. Menos mal que le aclararon después que lo que quería decir se refería a los ojazos del chico.

Ayer me leyó Pili algunas anécdotas de chiquillos en exámenes y me recordó que hace mucho leí algunas anécdotas en un libro, acordándome de estas dos:

* Un estudiante de derecho que se paso el curso sin dar golpe, tuvo la idea de contratar a una prostituta para que se pusiera en la primera fila ante el tribunal que le examinaría con un bebe y que procurara sacar los pechos simulando darle de mamar para que el tribunal se fijara en ella y así no se enterara muy bien de lo que el estudiante exponía. Efectivamente dos de los tres que componían el tribunal apenas se enteraron de los disparates que decía el estudiante, y a la hora de calificarle lo dieron aprobado con la oposición del tercero que como era corto de vista no se fijo en los pechos de la prostituta y discutía con los compañeros advirtiéndoles de los disparates que dijo el examinado pese a lo cual aprobó.

* Un estudiante andaluz, que como el anterior no se había molestado nada más que en preparar un sólo tema, llego el momento del examen y cuando el tribunal le iba a decir el tema que le tocaba se anticipo preguntándole: ¿Es por cazualidad el tema 22? Los profesores le dijeron que no, entonces el estudiante le preguntó: ¿Quieren ustedes algo para Zevilla? Y salió tan cámpate de la sala.

Arturo.