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Participa / Foros / Colaboraciones / LOS NIÑOS

Autor: Fernando
Fecha: 08/06/2007 17:47:10

Cuando comparto con mis nietos algunos ratos, a solas, les gusta, por casi increíbles, mis andanzas infantiles.
Mis comentarios surgen cuando, tras algún hecho circunstancial, evoco nuestras costumbres y formas de comportarnos.
El otro día me vieron beber agua, cogiéndola del grifo en el "cuenco" de la mano, porque no había a mano ningún vaso, y empezaron a hacer aspavientos, entre risas, comentando que eso era una "guarrería". Me dijeron que podría cojer una infección, si había tocado algo con las manos. Riyéndome yo también, les hice saber que tenía las manos limpias y que, además, me las había enjuagado previamente bajo el grifo. Y como es lógico, a continuación surgió el recuerdo de nuestra niñez. Ponían ojos de asombro cuando les contaba que cuando salíamos al campo y teníamos sed, bebíamos en el primer arroyo que nos encontrábamos. Que, en nuestra propia casa, todo el mundo bebía del mismo vaso de porcelana, con asa, que se encontraba sobre la tapadera de madera de la tinaja ( lo de porcelana era casi un lujo, porque lo normal era un bote de lata de los de las conservas o de la leche condensada, a los que el "lañaor" de turno, había soldado un asa del mismo material. Les conté que cuando estábamos en las eras del pueblo, buscábamos una paja de cevada, larga, para venir corriendo a la fuente Salamanca a beber en los pequeños cuencos que se habían formado en las esquinas por el roce del "culo" de los cántaros, donde las mujeres los llenaban con las "calderetas". (Esto de las calderetas fué posteriormente prohibido por el médico D.Ignacio, por considerar que algunas personas, poco escrupulosas, dedicaban los cubos para otros menesteres distintos y podían causar las frecuentes "cagaleras" del verano. Fueron subtituidas por "cantarillos" de llenar y la norma fué muy protestada por la fragilidad del sistema de llenado y la cantidad de cantarillos que se rompían. La SANIDAD salía muy cara.)
Luego les conté como en las tabernas se repartía el vino de la botella con un solo vaso para todos.
Mientras ponían cara de asco les conté aquel chiste de los tres amigos que iban por el campo y no encontraban ningún arroyo donde calmar su sed y cuando no se lo esperaban, divisaron un chozo y hacia allí encaminaron sus pasos.
Los recibió una viejecita desdentada y un poco "babosilla" que ante la demanda de los visitantes les ofreció el agua en un cantarillo con un "borique" (trozo roto de la embocadura) diciéndoles que hacía el agua muy fresquita.
El primero que cogió el cantarillo, ante el aspecto de la señora, con mucho disimulo se dió media vuelta y bebió por el trozo que estaba roto. A continuación se lo ofreció a su compañero que, con la misma idea y habilidad, hizo lo mismo. El tercero, igual.
La señora, cuando terminaron, empezó a reir con muchas ganas mientras comentaba entre hipidos:
Tienen ustedes la misma manía que yo ¡Siempre bebo por el "borique!

Así va la discusión

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