Torrecillas de la Tiesa: La Web de los Torrecillanos

LAS CERVICALES

Es un tema de conversación recurrente entre los que somos viejos y como vamos frecuentemente al médico, estamos llegando a un “conocimiento” de los males que nos aquejan (que no es otro que la vejez) y de las medicinas adecuadas para cada padecimiento, que llegamos al punto de permitirnos recomendar el tratamiento farmacéutico, al primero que se nos ponga por delante y se queje de algo.
Pero no era ese mi tema de hoy. La verdad es que las coplas del “Charco del lavandero” me han hecho revivir las imágenes de aquellas vigorosas mujeres que con un cesto de ropa a la cabeza y “la tajuela” y “el lavandero” bajo el brazo, se hacían el viaje de ida para, después de lavar, solear, volver a lavar o “aclarar”, secar y doblar, comerse un “cacho” de pan con algo de “engañifa” y, algunas veces un “poquino” de gazpacho de río (hecho y comío); volver al pueblo contentas y enteradas de “toas las alcahueterías” que se trasmitían unas a otras. A veces aparecía “Tío Santiaguito” con su tercerola y su carabina y amenazaba con denunciarlas, pero si había alguna lavandera más veterana se enfrentaba a él y casi siempre le hacía “recoger velas” y “hacer la vista gorda”.
Y recordando todo aquello, y a aquellas otras mujeres que tenían que dar dos o tres viajes a la fuente de Salamanca o al pozo Del Labrador, con un cántaro a la cabeza, otro al “cuadril” y el cantarillo de llenar en la mano.....¿De qué tenían hechas las cervicales?