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Participa / Foros / Blogs / EL PEON

Autor: Fernando
Fecha: 09/09/2006 05:07:50

Como casi todos los juegos a que me he referido en estos pequeños relatos de antaño, el peón (trompo) tenía sus épocas, más bien debido al estado del suelo, ya que todas las calles del pueblo eran de tierra y, cuando empezaban las lluvias de otoño-invierno era difícil encontrar el sitio adecuado para practicarlos.

La procedencia de este juguete, aunque se podía encontrar en algunos comercios, solía ser de carácter artesanal, ya que la existencia de varios talleres de “aperaores” (los de “Los Lalos”, con “Tio Justo Peorro”, “Tio Randa” y “Tio Renegao” y el de “Tio Pedro El Sacristán”) nos proveían de la parte torneada de la madera a la que había que “hecharle la púa”, trabajo que había que encomendar a alguno de los varios herreros que había en el pueblo: “Tio Peña”, “Tio Bevo”, “Tio Serván” (Jacinto o Kiko) , “Tio Morato” o “Tio Linda”.

Aquellas “púas” que nos ponían los herreros, eran mucho mejores que las que traían los peones del comercio, porque daban unas “ñicas”(picotazos) mucho más profundas y, además, los peones no “escarabajeaban” y se quedaban “clisaitos” en la palma de la mano, cuando los cogíamos bailando del suelo.

Uno de los juegos con el peón consistía en intentar sacar de un círculo, previamente trazado en el suelo, las monedas de cobre de cinco o diez céntimos de peseta (“perra chica” y “perra gorda”) a base de darles “picadas”, o sea empujando la moneda con la “pua” del peón que, previamente se había recogido, entre los dedos de la mano, bailando sobre el suelo. La operación se repetía, una y otra vez, mientras el peón seguía bailando, pero casi ninguno aguantaba mas allá de los tres intentos pese a los enérgicos lanzamientos con que, el que más y el que menos, intentaba dar el máximo de revoluciones a su trompo.

Para hacer bailar al “peón”, había que enrollarle fuertemente con una cuerda a su alrededor, para, posteriormente lanzarlo al suelo con todas las fuerzas y habilidad de que uno era capaz.

Las mejores cuerdas que se vendían en los comercios, eran unos cordones blancos, de algodón, que las mujeres mayores utilizaban para los “coletillos” (prenda precursora de los “sostenes”), pero al igual que casi todos los juguetes o sus accesorios, como ya he comentado, también las había de fabricación casera hechas con lino torcido, que por entonces se sembraba mucho, que prácticamente eran irrompibles.

Como dije antes, se utilizaban para el juego las monedas de cobre de cinco y diez céntimos, pero por entonces, el tener este “capital”, no estaba al alcance de cualquiera, había que recurrir a los “platillos” que eran las chapas de cierre de las botellas de gaseosa, a las que se les doblaba hacia dentro sus bordes, y que, en esta ocasión, procedían de la fábrica de “Tio Morralero”, que originariamente estuvo instalada en una casa-taberna en que luego hizo su casa Manolo Mariscal q.e.d. y luego se trasladó a la casa nueva que dicho fabricante-tabernero-pelador de burros y caballos, construyó en la “Plaza Vieja”. Le recuerdo con afecto por sus graciosas “ocurrencias”.

Otro juego que se hacía con el peón consistía en que , una vez lanzado al suelo para que bailara y recogido en la mano, bailando, el que menos tiempo resistía era castigado a quedarse en el suelo para que los demás lanzaran sus respectivos “peones” contra él, con la idea de clavarle la púa o, en todo caso, alejarle del punto de partida hacia la dirección determinada, bien haciéndole rodar mediante sucesivas “picadas” que se remataban con el “cosco” final (golpe que se daba lanzando el trompo bailando contra el que estaba castigado en el suelo).

Así va la discusión

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