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Participa / Foros / Blogs / LOS BOLINDRES

Autor: Fernando
Fecha: 09/09/2006 04:59:28

Los bolindres eran, normalmente, bolitas de barro pintadas ( las que se vendían en los comercios o se adquirían a cambio de alpargatas de goma viejas o trapos viejos de cualquier índole, del “hombre del pito” que venía a la plaza una vez a la semana) de centímetro y medio de diámetro aproximadamente pero que solían ser “cachizas” casi siempre, por lo que, la mayoría de los muchachos intentábamos conseguir nuestros suministros de las que los hijos de los “tejeros” del pueblo, fabricaban y cocían en los tejares. ¡Aquellos bolindres si que eran duros!. Lo que ocurría era que su perfil esférico dejaba mucho que desear, la mayoría de las veces.

También existían las bolas de cristal, mucho más escasas, que procedían de las botellas de gaseosa que fabricaban en casa de “Tía Juana”, que eran un tipo de botella cuyo cierre hermético se efectuaba con dicha bola presionada contra el cuello de la botella por el empuje del gas carbónico que contenía la mezcla. Estas bolas se solían cotizar a cinco “bolindres”. Y por último, había bolas metálicas que procedían de los rodamientos de las máquinas; éstas eran mucho más escasas y su cotización (siempre al cambio) era muy variable.

Para jugar era imprescindible “el guá”; hoyo que se hacía en el suelo, a ser posible de bastante profundidad ya que una de las operaciones que se hacían con los “bolindres” consistía en intentar sacar, uno que estuviera dentro, a fuerza de darle con otro y, si éste era profundo, la operación era prácticamente imposible por mucha fuerza que tuvieras en los dedos para impulsar tu “proyectil”. Estos “guas”, si estaban cerca de las escuelas, también eran utilizados para orinar directamente en ellos, en los recreos, y de camino medir la cantidad de orina retenida. Era una verdadera “hombría”, ser capaz de llenar un “guá” profundo. ¡Qué cosas!.....

El juego se iniciaba haciendo la selección del orden de intervención, que se establecía arrojando el bolindre hacia el “gua” desde un punto determinado y midiendo después la distancia a que cada uno había quedado. El más próximo o que lograba entrar en dicho hoyo, era el primero en iniciar el juego. Las distancias para determinar el orden de intervención, se medían por medio de “cuartas” (distancia entre extremos de pulgar y meñique) y “dedos”.

El primero en intervenir, si no había entrado en el “gua”, tenía que entrar con su “bolindre” en el hoyo y desde allí estudiar la estrategia de su intervención. Se solía inclinar por el contrario más próximo o situado más favorablemente para, una vez marcada una cuarta desde el hoyo, dejar la mano izquierda (el que no era “gacho”) como soporte para el lanzamiento, generalmente con los dedos corazón y pulgar, de su bolindre contra el seleccionado al que había que golpear tres veces consecutivas, pronunciando las palabras reglamentarias: media, cuarta y pies, para después, desde el punto en que quedaba la bola del jugador, intentar “hacer gua”. Si lo conseguía, ganaba un bolindre al dueño de la bola que había sufrido los desplazamientos e iniciaba un nuevo juego contra el contrario más próximo, y así sucesivamente. Si fallaba en alguna de las operaciones descritas, automáticamente iniciaba el juego el segundo jugador en el orden establecido.

Cuando no se veían posibilidades de conseguir resultados positivos, se solía optar por alejar al contrario lo más posible del hoyo, mediante un fuerte impulso de la bola propia contra la del otro.

Las “trampillas” más comunes solían consistir en arrastrar disimuladamente la mano de apoyo o deslizar la muñeca hacia el objetivo, apoyando el antebrazo en vez de dicha muñeca. Esto se llamaba “alongar”.

Así va la discusión

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