Torrecillas de la Tiesa: La Web de los Torrecillanos

Hace 60 años, en un lugar de la Tiesa llamado Torrecillas, se contaba un cuento que nos hacía mucha gracia a los niños y a los mayores...

Felipe era un muchachino que, como a todos, le tocaba hacer las labores de la casa:
Dar de comer a las gallinas, sacar agua del pozo para los animales y para lavarse (el agua del pozo no era potable para las personas), encender la lumbre, hacer el brasero con carbón y picón, dar de comer a los guarros y llevarlos a la piara, llevar al corral a las bestias (burros,mulos y caballos), ir a por agua potable a la fuente con el cántaro a cuestas o con las aguaeras, barrer el patio... Todo eso antes de ir a la escuela.

Para después de la escuela más de lo mismo. Y cuando sobraba tiempo, echar también una mano a la madre en las compras, ir a por la leche o fregar la cocina y hacer las camas.

Pos eso. Cuando fue a la escuela el maestro le pregunta por lo que va a ser cuando sea mayor y el niño, después de mucho pensar... le contesta:

-Médico, señor.

Seguro que porque estos no tenían que hacer tantos trabajos.

Así que cuando al día siguiente la madre le encomienda la faena consuetudinaria el muchacho contesta:

-¡Concholí! ¡Reconcholi! ¿El doctor Felipin ir a por agua?

Esto nos hacía mucha gracia entonces; y a nuestros padres más, porque lo contaban con demasiada frecuencia. Me ha venido a memoria por esto de que cuanto más mayores nos hacemos, más retornamos a la infancia: acabaremos echando el brasero, barriendo el patio, haciendo la colada, la comida, las camas, dando de comer a las gallinas, y sacando los huevos... ¡El doctor Felipín yendo a por agua!

Moraleja 1: La vida del pensionista de ahora es tan estresante como la infantil de antes.
Moraleja 2: ¡Cómo cambian los tiempos! Ya ni se sabe lo que es una piara.