Una ciudad emergente, como es Torrecillas de la Tiesa, ha de preparase en épocas de vacas flacas para salir bien posicionada y fortalecida en el despegue.
Ahora que están todos haciendo propuestas de inversión para amortiguar la crisis con cargo a los fondos públicos, es un buen momento para desenterrar el proyecto de la TeTe 30. Bueno, más que desenterrar, sería aflorar, porque no se tiene conocimiento de una propuesta tan osada y de tal calibre, salvando la del 'súper proyecto' de carretera a Madroñera.
La TT-30, por analogía con la M-30 madrileña, la SE-30 Sevillana o la B-30 barcelonesa (B30 = B20 + B10), sería simplemente la carretera de circunvalación a Torrecillas de la Tiesa, al objeto de prevenir los atascos que se pudieran derivar de los accesos por las radiales en horas puntas y facilitar el tráfico transversal sin tener que atravesar el núcleo urbano.
El proyecto sería relativamente barato dado que el terreno a traspasar, una tiesa, no presenta orografías infranqueables para tener que hacer túneles o viaductos. También tiene la ventaja de no encontrarse poblaciones o terrenos urbanos que suelen encarecer y complicar los trazados, habiendo, por tanto, una gran flexibilidad a la hora de seleccionar el recorrido óptimo desde el punto de vista de la eficacia y la racionalidad.
La forma triangular característica del núcleo urbano torrecillano va a permitir enfocar el proyecto en tres fases bien diferenciadas:
Fase I. Gran Ronda Sur, partiendo de la carretera de Aldeacentenera por el Boticojo hasta la Suerte de los Mozos para enlazar con la carretera a la A-V, rodeando la dehesa Boyal y pasando por los Casarones y Retuerta.
Fase II. Ronda Noroccidental, que partiendo del enlace anterior se dirige hacia el camino de Jaraicejo por el baldío de Urguillón, continuando por el norte hasta dar con la carretera de Deleitosa.
Fase III Ronda Oriental, entre la carretera de Deleitosa y la de Aldeacentenera.
Hay que hacer notar que, en este contexto, el Cordel se perfilaría como la gran arteria central de la ciudad (como la Castellana de Madrid, o la Diagonal de Barcelona), en base a la cual sería preciso se enfocara una nueva ordenación urbana que no pillara desprevenidos a futuros inversores, ni diera pie a la especulación.
Ya sabemos que como en todo gran proyecto pueden darse contratiempos y opiniones adversas. Una de ellas derivaría de la mantenida por nuestro Fernando que suele estar en la línea de la defensa a ultranza de la vida en comunidades tradicionales pequeñas. Frente la sociedad cosmopolita en la que los individuos se ignoran entre sí, porque nunca llegan a coincidir, o porque el ajetreo rutinario se lo impide, está la vida en un pueblo pequeño en el que no puedes dar un paso sin que todo el mundo se entere de lo que haces. Pero hay una solución intermedia que respeta tanto la intimidad como la facilidad de comunicación y la vida en común. Y esa es la ciudad del futuro que se busca. Expandir el espacio, tal como persigue el proyecto TeTe 30, para posibilitar viviendas unifamiliares con amplio desahogo vital: huerto, garaje, taller, almacén, espacio deportivo, etc. y sin que la población sea excesivamente grande para que los vecinos se conozcan entre sí, manteniendo gran variedad de espacios comunes, zonas comerciales y de encuentro.
